lunes, 18 de febrero de 2008

Sobre gustos, opiniones y ruido

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Qué maravilla disponer de la capacidad de crear y utilizar idiomas. Tener completos catálogos de caracteres que forman palabras, que a su vez forman frases, con las que componer argumentos, evocar construcciones mentales, manejar abstracciones e información técnica. Poder plasmar todo ello en la materia para que trascienda inmensamente el alcance de la voz del autor original.

Qué estupendo que tanta gente tenga acceso a ello, y que todos creamos tener algo destacable, memorable y valioso que decir. Y que no haya silencio un segundo, ni espacio en blanco, ni piedra sin yo estuve aquí, ni opiniones y manifestaciones de los gustos más variados en cualquier sitio en que no se hayan pedido.

Y hay que tragarse opiniones sin criterio de quien sólo puede opinar porque no sabe nada, ni aun dónde está, estribillos compuestos para gente inocente e ignorante por gente perversa e ignorante, para hacer más ricos e ignorantes a gente ya demasiado rica e ignorante. Y lo que me entristece es lo turbio de esto, lo que me agota es luchar aún por hacerme entender de vez en cuando, lo que me salva es comprender que me la pela y que para algo tengo instrumentos en mi casa, musicales, de escritura, y una silla para sentarme.

A veces me dicen -entre otras cosas- que lo que escribo resulta críptico.
Pues lo pienso ser más aún,
si os referís a que, pese a gustarme el juego como a cualquiera,
me siga gustando más decir a quien pregunta que escribir a nadie.
A que prefiera escribir "no me gusta", por feo que me parezca,
a una crítica profesional de varias páginas donde quede claro mi superior criterio
o una novela maravillosamente combustible en su única o enésima edición,
elegir mi ruta a evangelizar.

martes, 5 de febrero de 2008

"Regular ná más"

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¿De verdad eso está mal? ¿No puede ser que no te gusta?

Mal es la palabra para cosas que nos hacen sentir incómodos, o en peligro, o inestables, con respecto a nuesta manera habitual de mirar las cosas. ¿A qué ataca eso para parecernos malo, desechable, evitable, atacable? ¿Directamente a nuestra supervivencia? Aquí y ahora, rara vez.
Más a menudo ataca a nuestra sensación de seguridad, a nuestra ficción controladora.

Llegamos a ver "evidentes" fallos lógicos en sistemas que simplemente no nos acomodan, creando sobre la marcha -y sin esfuerzo aparente ni consciencia de ello- paradojas y falacias mediante la mecánica y cerril ignorancia de datos reales así como invención de otros. Porque todo tiene que encajar por la fuerza en nuestro esquema dualista, que en el fondo sabemos falaz e inexacto, pues nos vemos de continuo ajustando sobre la marcha sus parámetros, distintos por lo demás para cada cual.