lunes, 9 de agosto de 2010

El día que me quieras (pero no la de Gardel)

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El día que me quieras
amanecerá por la mañana,
tal vez haga un poco de fresco, pero luego se va.
O no.

En el día que me quieras la Tierra dará una vuelta
y la Luna saldrá, puede ser que por la tarde, antes de que sea de noche del todo.

El día que me quieras puede ser que sea mi último, o el tuyo,
y seguro que lo será para un montón de gente.

El día que me quieras cantarán los pájaros, como en los días tristes,
como cantaban antes y cantarán después.

El día que me quieras, joder, te odio, no sé cuándo coño va a ser.
Tampoco sé quién carajo serás, ni quien se cansará primero
cuando pasen dos o diez años.

El día que me quieras el banco no le va a perdonar la hipoteca a nadie,
todo será un poco más caro que antes, las monedas serán redondas, los billetes de papel.

El día que me quieras subirá la marea, y bajará la marea,
y a la tarde el Sol se pondrá otra vez.

Dentro de tres millones de años a nadie le importará una mierda
si existimos una vez, nos conocimos, si tuvimos miedo o se nos pasó.
Ni a ti, ni a mí, ni a esa señora de ahí.

Hay piedras que no se han movido y aún seguirán en el mismo sitio,
y la lluvia, si cae, caerá de arriba abajo, y se mojarán las cosas.