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En alguna ocasión, cuando Sariputra y Modgalyayana habitaban juntos en Kapotakandara, Sariputra estaba meditando al aire libre bajo la luna llena, con la cabeza recién afeitada. Un demonio malicioso pasó por ahí, lleno de rencor y le dio un fuerte golpe en la cabeza, pero Sariputra estaba tan absorto en su meditación que apenas lo notó. Modgalyayana, con sus poderes sobrenaturales, observó todo el incidente.
“Amigo, ¿estás bien? ¿No te dolió? ¿Cómo te sientes?”, le preguntó.
“Me siento muy bien”, respondió Sariputra, “aunque, ahora que lo preguntas, me duele un poco la cabeza”.
“¡Es increíble!”, exclamó Modgalyayana, “¡un demonio pasó y te dio tal golpe que habría derribado a un elefante o habría partido la cumbre de una montaña y lo único que dices es que te duele un poco la cabeza!”.
“¡Aún más fascinante es que hayas visto pasar a ese demonio! ¡Qué grandes son tus poderes mentales!”, dijo Sariputra. “Yo ni siquiera he visto a un duende de los que habitan en el lodo”.
El Buda, que escuchaba esa conversación con su oído divino, alabó a Sariputra con un udana, “pronunciamiento inspirado”:
Hay quien conserva su mente inamovible como una roca,
desapegado de las cosas que suscitan el apego,
inalterable ante las cosas que provocan el enojo,
¿cómo puede afectar a alguien el sufrimiento
cuando ha cultivado su mente de esa manera?
(Udana iii.iv, citado en Great Disciples of the Buddha, p. 37)
(Cortapegado de "www.budismo.com", que a su vez lo saca de "Teachers of Enlightenment", Kulananda, Windhorse Publications)