¿Ya te has duchado? ¿Estás vestida ya?
Ah, no, sigues con el albornoz... Andas por ahí impúdicamente. ¡Como para meter la mano! Ahí, al calorcito húmedo que te llevas de la ducha.
Es una prenda peligrosa, el albornoz, a pesar de tan aparatoso nombre. Así, a lo tonto, juega uno con el cordón, y en un despiste se ha soltado, y se abre un poco en ese cruce del pecho, y se vislumbra esa peca. Iré conquistando constelaciones conforme vayan asomando. Sin tocarte, tal vez pueda decirte cosas que te incomoden un poco, para que te muevas y se suelte más, y asomen más pecas, y se huela la humedad limpita que sale de dentro. Más que nada, para que evapore, no pienses mal, para que te seques del todo y así estés totalmente suave...
Otra cualidad de semejante bata de toalla es el peso: hay un momento en que no se puede evitar que caiga por sí misma, aunque uno acaricie un hombro. Castamente, por supuesto. Pero la impresión puede ser fuerte si cae de golpe. Y me puedo hechizar por un momento y desviarme del hombro, a investigar curvas, para ver cómo van de secas nada más, apenas rozando. Tal vez soplando levemente si alguna parte no se ha secado del todo. Por colaborar.
¿Qué podría pasar? ¿Alguna nueva sorpresa, alguna destacable peca gigante iba a hacerse notar? Puede ser, no hay que despreciar el poder de una leve brisa... y una mano rozando, también. Pero rozando, apenas el vello. Todo muy casto y con la mejor intención. Quizá ese pezón, rey de los lunares de ese lado del cuerpo, exija atención preferente. Y si ya se ha secado por sí mismo, pues se humedece un poco y se vuelve a empezar, para no hacerle de menos.
¿Qué me diría entonces, ese pezón, si lo humedezco un poco? Nada de vicio, con la punta de la lengua todo lo más, para volver a soplarle y escuchar si hay viento de respuesta. Y si tiembla, poco a poco para que no le dé mucha impresión volver a abrigarlo un poco, acercando la palma de la mano. Intentaría imitar la forma para no tocar y que se note el calor... Pero el pezón sobresale y sale al encuentro, y roza la palma, así que si él lo pide... No hay que negarle lo que pide, es por cortesía.
Aquí hay ya muchas cosas que apreciar, sin prisa. La suavidad, la tempertura, poco a poco el peso... El peso, para eso ya hay que agarrar un poco. Levantar y sopesar...incluso creo que hay más confianza, como para un pequeño lametón. Y ahora que ya voy conociendo este pecho, puedo ir a atender al otro.
"-Volvemos al punto de partida... otra vez húmeda"
¿Y eso, a ver? ¡Si no me has dejado que te coja de las caderas siquiera! Porque no es igual apretar un pecho que una cadera, mientras subo dando besos desde el pecho por el cuello. Pero esa humedad misteriosa que surge espontáneamente habrá que investigarla.
Uno es prudente, y el peligro que tal vez sin malicia pueda esconder tal aventura merece una exploración pausada. La inquitante vibración del terreno lo confirma.
Hay un cambio notable de temperatura cuando la mano pasa de la parte externa del muslo a la interna. Eso es algo que llama a la prudencia, nunca se sabe. Tengo entendido que donde mejor se aprecia la temperatura es en la piel que hay sobre el labio superior. Y esto hay que investigarlo con instrumentos de precisión. Una zona muy sensible para otra similar, es lo justo.
¿Qué me encuentro a estas alturas de la aventura? ¿Humedad, dices? Una exigente y tierna humedad salada... y algo ácida tal vez, sólo hay una manera de aclararlo. Cede, late, se abre. Sí, sin duda mucha humedad. Puedo cogerte las caderas mientras. Es por el contraste; las caderas están secas. Es otro mundo... y ese pezón, ¿cómo estará allá arriba mientras busco con la lengua? Con la cadera cogida no puedes escaparte, y esto ya me empieza a parecer un poco menos casto.
Déjame volver a subir dando besos hacia arriba otra vez, aunque sea para despedirme. Yo sólo estaba jugando con el cordón de albornoz. Te arde el cuello.
Ven, te llevo a la cama, que parece que tienes fiebre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
esperame ahi mismo..q voy por mi albornoz....
BITTER
ay...adios a todo eso...adios.
Fantástico este post. Me encantó.
Viva la humedad!
marrano, esas cosas no se dicen , se hacen
Publicar un comentario